La influencia y el apoyo popular de Haile Selassie no hacían más crecer y la emperatriz tuvo que enfrentarse a él. En 1928, intentó quitárselo de en medio acusándolo de traición, pero su iniciativa no encontró suficiente respaldo. La popularidad de Selassie estaba por las nubes y obtuvo muchos apoyos dentro del ejército, lo que dejó a Zewdito con pocos medios para sustentar sus afirmaciones. El resultado de esta confrontación fue que Zewdito se vio obligada a nombrar rey de Etiopía a Haile Selassie, un título inferior al suyo, pero que reconocía su creciente autoridad en la nación. La emperatriz murió por causas inexplicables al cabo de solo dos años, dejando el trono vacante para Selassie. Comenzó a usar el nombre de Haile Selassie, que significa "poder de la Trinidad" en el idioma amárico que se habla en Etiopía, después de la coronación, en 1930. Al poco de sentarse en el trono desempeñó un papel fundamental en la elaboración de la primera constitución escrita de Etiopía, un cometido que, según afirmaría más tarde en su autobiografía, había planeado cuando fue regente.
En 1935, el régimen italiano dirigido por Benito Mussolini declaró la guerra e invadió Etiopía. El conflicto se denominó Segunda Guerra Ítalo-Etíope (la primera se había producido a finales del siglo XVIII). Tras unos breves combates entre las fuerzas italianas y etíopes, incluyendo varias batallas dirigidas por el propio Selassie, Italia logró ocupar y posteriormente anexionarse la nación africana.
Haile Selassie tuvo que exiliarse como consecuencia de la conquista italiana, pero no antes de defender el caso de Etiopía ante la Sociedad de Naciones. A pesar de su apasionado discurso contra el fascismo italiano, sus peticiones cayeron en saco roto. Pasó los cinco años siguientes en Inglaterra y desde allí siguió criticando la ocupación italiana para conseguir apoyos entre la comunidad internacional con el objeto de recuperar su país.